Dicen que las abuelas aman más a los nietos que a los hijos, que su amor es infinito y no exige nada a cambio. Dicen que una casa con abuela presente tiene calor, seguridad, y mucha sabiduría. Hablar de las abuelas es hablar del tiempo que nos dan, del cariño, de los consejos, y de los recuerdos que duran toda la vida.

La abuela Aicha que yo conocí tenía una casa en las montañas del Rif, y cada vacaciones viajábamos para pasar tiempo con ella. Su casa era grande y acogedora, pero no tenía electricidad, porque en aquella época aún no llegaba a los pueblos. Al caer la tarde se encendían los faroles de gas, y la casa junto a su patio lleno de flores y plantas se llenaban de luz y de sus cuentos. Ella, nunca había ido a la escuela ni aprendido técnicas de oratoria o de narración, pero cuando empezaba a hablar, todos nos quedábamos en silencio para escucharla.

Decía mi abuela, mientas nos sentábamos a su alrededor, que había una vez en un pequeño pueblo vecino, una mariposa que se llamaba Tafawt y que vivía solo de calor, durante el día vivía de los rayos del sol y por las noches vivía de los faroles. Tenía el poder de comunicarse con la gente que habitaba el pueblo y había llegado a un acuerdo con ellos, ella haría realidad sus sueños mientras encendieran los faroles cada noche, para siempre. Tafawt sabía que la única manera de mantenerse viva era tener ese calor cuando el cielo se teñía de negro. Era querida por todos, como le gustaban flores le habían llenado todo el pueblo con ellas y siempre le ofrecerían algo cuando pasaba cerca. Por su parte, cumplía con todos, grandes y pequeños deseos, lluvias abundantes para los campos de trigo, buenas cosechas de frutas y verduras, ríos y fuentes que nunca se secaban, y que el pueblo viviera siempre en paz.

En una de las noches, vieron luces brillando en la otra orilla y le pidieron que fuera a ver qué era para tener algo parecido. Cuando regresó al pueblo, lo hizo realidad, los faroles se apagaron, la electricidad iluminó las casas y Tafawt partió y dejó este mundo para siempre.


Escrito y publicado por Yasmina El Abouti

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