Dicen que uno busca lejos lo que siempre tiene cerca, viaja por el mundo para encontrar felicidad que muchas veces está justo a su lado.
Hay lugares que te cambian la mirada, te obligan a detenerte y a abrir tanto el corazón como la mente. Hay lugares que te devuelven a tu infancia y despiertan memorias que llevabas muy dentro. Hay lugares a los que siempre vuelves una y otra vez para recordar quién fuiste y reencontrarte con quién eres hoy.
Para mí, la medina ha sido siempre ese lugar al que vuelvo para reencontrarme con todas mis versiones.
¿Alguna vez te han pedido hablar de algo que amas y has sentido que ninguna palabra alcanza para describirlo y que ninguna hoja es lo bastante grande para contenerlo todo? Es algo parecido a esas preguntas que dicen: “Describe el amor, la paz o la felicidad en una sola palabra”, y enseguida te das cuenta de que ninguna basta.
Por eso hoy, te invito solo a caminar, no te voy a dar ningún dato histórico ni te voy a hablar de las grandes figuras de la historia de la Medina. Solo camina y deja que ella te hable a través de los cinco sentidos.
Qué es la Medina, seguro que la mayoría de las respuestas será que la Medina es un barrio amurallado con 600 años de historia y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sí, eso lo sabemos todo, pero qué significa la medina para ti? ¿Es solo un camino que desde los barrios exteriores permite llegar al Ensanche más rápido y sin perder tiempo? Seguro que muchas veces has pasado por ahí sin mirar, sin tocar, sin escuchar, sin oler y sin saborear, y has sido de los que van con prisa y solo buscan uno de los siete arcos para salir.
Esta vez, no vamos a buscar la salida, vamos a perdernos para encontrarnos de nuevo.
La medina para mi, es el paseo tomada de la mano de mi padre cuando tenía seis años, es el paseo de adolescente con los amigos del colegio, lleno de miedo al no encontrar la salida. Es también el paseo de joven, sola, sin miedo y con ganas de perderme.
La Medina es el eco de los pasos a primera hora de la mañana, las voces que se cruzan al saludarse. Es el crujido de las puertas antiguas al abrirse. El rodar de las ruedas de los carros. El golpeteo de los artesanos en los talleres. Es el sagrado llamado a la oración.
La Medina es el olor a café por las mañana, a té por las tardes. Es el olor a castañas recién asadas en otoños, a alzahar en primaveras, a lluvia, y a cal de las paredes recién mojadas en inviernos
Es también el olor a harira en Ramadán, y a los hornos tradicionales en las noches del Eid.
La medina es mucho más que pasar corriendo, observa y fíjate en los detalles. Cuantas casas y cuantas vidas han albergado. Cuantas ventanas y cuantas miradas se han cruzado. Cuantas esquinas y cuantas historias de amor han escondido. Y por cada puerta cuantas bodas y cuantos funerales han pasado.
La medina es mucho más que pasar corriendo, observa y fíjate en los detalles. Cuántas casas y cuántas vidas han albergado, cuántas ventanas y cuántas miradas se han cruzado, cuántas esquinas y cuántas historias de amor han escondido, y por cada puerta cuántas bodas y cuantos funerales han pasado.
La próxima vez, no busques la salida, detente, respira, escucha y siente la medina.
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Los cuentos de las abuelas
Dicen que las abuelas aman más a los nietos que a los hijos, que su amor es infinito y no exige nada a cambio. Dicen que una casa con abuela presente tiene calor, seguridad, y mucha sabiduría.
